Test drive

Test Nuevo Suzuki Jimny

Nos fuimos hasta el sur de Chile para conocer a fondo la cuarta generación de este ícono todoterreno.

Test Nuevo Suzuki Jimny

Desde su lanzamiento mundial hace menos de un año era altamente esperado por los fanáticos de la marca. Para conocerlo,  Suzuki nos invitó a vivir una experiencia fantástica al mando del Jimny, y para ello nos llevó hasta Chile, en la localidad de Puelo, en un campamento que la marca había levantado a pocos kilómetros de la frontera con Argentina. En total fueron casi 80 km sobre ripio, en partes muy suelto, en otras compactado.

Para terminar, al día siguiente realizamos una verdadera experiencia 4x4 por una especie de huella de rutas y zonas a campo traviesa en dirección a la Lago Azul, donde pudimos corroborar las reales capacidades todoterreno del SUV compacto de Suzuki. Vamos por partes.

Bien SUV

Si algo ha caracterizado al Jimny a lo largo de sus tres generaciones precedentes es su propuesta muy simple, espartana, sin grandes niveles de confort. La consigna es crear un verdadero 4x4 de precio y tamaño accesible. Pero para esta generación, la marca quiso dotarlo de niveles de confort normales para un auto que creció significativamente en precio. Y eso se traduce en que sea más que agradable de manejar.

El Jimny mide menos de 3.500 mm de largo, por lo que es levemente más pequeño que su antecesor. La clave es que ahora es más ancho (1.650 mm) y la distancia entre ejes aumentó hasta 2.250 mm, generando ese espacio extra para los ocupantes.

Acceder al Jimny es fácil. El asiento es alto, como buen vehículo 4x4, pero queda bastante espacio para la cabeza de los ocupantes, y especialmente para los que van sentados atrás. Hay una gran barra frontal para afirmarse y cuenta con manijas en el techo, fundamentales considerando que a campo traviesa uno busca donde agarrarse.

Cuatro ocupantes adultos caben bien, pero un quinto no entra, porque el asiento trasero va metida entre las ruedas y no deja espacio. Por supuesto que la visibilidad hacia adelante es buena ya que se maneja desde arriba. La luneta no es tan grande pero como la rueda de auxilio (colgada en el portón) no interfiere, diríamos que también es correcta. Los espejos, en tanto, son más que generosos y compensan de sobra.

El diseño del tablero es simple, pero moderno. Diría que todo está al alcance de las manos, aunque los mandos del climatizador están muy abajo para mi gusto. Cuenta con una pantalla Blaupunkt de 7”, con Bluetooth y streaming pero por ahora sin conectividad a Apple CarPlay ni Android Auto. En el centro de los marcadores hay una pantalla minúsculo y de formato antiguo, demasiado básico para el concepto moderno del auto. Tampoco tiene marcador de temperatura de motor, una ausencia muy relevante considerando lo que se hace con el Jimny.

El Jimny ofrece ahora más equipamiento y modernidad en su diseño, y una calidad de construcción menos espartana que antes, con plásticos duros pero bien ensamblados. Diría que al menos en esto, es más un SUV que un 4x4 robusto como los Jimny de antaño. Pero sigue siendo un Suzuki, por supuesto, nada elegante pero mejorado sustancialmente, donde la propuesta final no está condicionada con la apreciación de calidad, sino más bien con la promesa de tener un vehículo aventurero de verdad.

Más suave pero capaz

El Jimny llega con un motor de cuatro cilindros y 1.5 L, que eroga 100 CV y 130 Nm, lo que de verdad no es mucho. Está asociado a una caja manual de cinco cambios y a una vetusta automática de cuatro. La propuesta moderna del motor 1.0 L Turbo quedó relegado a Europa y mercados desarrollados.

En ruta y asfalto anda bien, pero a velocidades normales. A los 100 km/h comenzamos a escuchar el motor, ya que, además de ruidoso, la cabina no está tan bien insonorizada. Lo que sorprende es que aerodinámicamente está muy bien trabajado y no se generan ruidos molestos en esto. Probamos los neumáticos opcionales todoterreno de Hankook, aunque sólo fuera de la ruta.

Respecto del anterior Jimny, es mucho más estable que antes, aunque tampoco da para aventurarse a demasiada velocidad es curvas. Sí destaca por su suavidad de marcha, va bien aplomado y amortigua bastante bien para ser están enfocado en el 4x4 más rudo. Diría que su comportamiento en ruta no es tan diferente a un SUV del mismo segmento.

En ripio es otra cosa. Hay que andar con cuidado porque es un auto celoso, con un comportamiento más cercano a una pick-up descargada que a un SUV, con bastantes saltos y desacomodos de la parte trasera.

Eje rígido adelante y atrás es la propuesta de suspensión, lo que se manifiesta en que hay que ir corrigiendo constantemente porque tiene bamboleos y desplazamientos laterales, los que se manifiestan fuertemente en curvas con calamina. Eso con tracción simple (trasera), ya que con el sistema AllGrip se muestra más aplomado y menos juguetón, aunque, volvemos a decirlo, no se mueve igual que un SUV.

Lo que está claro es que el mejor comportamiento se da en terrenos muy difíciles y a baja velocidad. Aquí es donde el Jimny saca a colación lo mejor de su herencia 4x4. El sistema de tracción es una versión Pro que no tiene ni selectora, ni modos preconfigurados, sino que, a la antigua, cuenta con una palanca central con modos 2H, 4H y 4L.

Aquí destaca su buen despeje al piso, de 210 mm, sus agresivos ángulos de ataque (37°), ventral (28°) y salida (49°), y si bien no se nos informó su capacidad de vadeo, nosotros cruzamos un río donde al agua llegaba a la parte baja de las puertas y no tuvo problema alguno para pasar.

Si bien no tiene tanto torque, entrega la fuerza correcta para sortear obstáculos como trepadas, piedras y grietas profundas. Con los Hankook el comportamiento fue mucho mejor que con los Dunlop de serie, especialmente en la parte blanda y con barro, pero incluso con las gomas británicas fue capaz de seguir el tranco con algo de patinaje, pero sin problema alguno.

Como añadido, ofrece control de descenso y asistencia de arranque en pendiente, mientras que en seguridad son de serie los controles de tracción y estabilidad, cámara de retroceso y seis airbags.

Conclusión

Esperábamos con ansias la llegada del Suzuki Jimny y valió la pena tanta espera. Es bello por fuera, con un look muy atrevido y moderno, pero sin perder de vista su herencia de cincuenta años de vida. Está mejorado en su interior, sin salirse de su propuesta de valor. Y tiene un mayor equipamiento de serie.

Extrañamos un mejor tren motriz, por cierto, con más torque, y más eficiente: en la vuelta completa nos dio 10 L/100km, aunque tuvimos mucho manejo todorreno.

¿Vale la pena? Si eres un purista de la marca y del modelo, este nuevo Jimny te va a encantar. Si te gusta el estilo off-road y el buen equipamiento, también. Pero si buscan un auto realmente confortable en todo tipo de manejo, quizás deberías ver algo menos robusto, más SUV.

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