Debido a que las medidas de aislamiento ante la pandemia son cada vez menos estrictas y la gente está volviendo a sus actividades cotidianas de manera paulatina, las industrias se están recuperando. Sucede que debido al confinamiento la industria más afectada fue la petrolera, producto de que disminuyó drásticamente la demanda de combustible, lo que no hizo más que agravar la situación que ya era crítica desde hace algunos años.
Afortunadamente para sus involucrados, en el último tiempo la demanda mundial de petróleo creció a un ritmo récord, al llegar a los 13 millones de barriles diarios en los últimos cuatro meses, luego del colapso acontecido por el COVID-19 en abril. Además, en el periodo de mayo a julio se aumentó en un 89% los niveles de 2019, en comparación con el 78% del cuarto mes de este año.
De todas maneras tampoco es todo color de rosas, ya que se espera que el ritmo de crecimiento disminuya y se amesete a un nivel que quedaría justo por debajo de los números prepandemia, según un reciente análisis de IHS Markit. Específicamente, se estabilizaría en 92-95 millones de barriles diarios (o aproximadamente 92-95% de los niveles de 2019) hasta el primer trimestre de 2021.
¿Por qué se produciría el amesetamiento?
Se espera que la causa principal de la pausa sean los viajes, especialmente en avión y los desplazamientos al trabajo, que se mantendrán moderados hasta que se pueda contener al Coronavirus y las vacunas estén disponibles en buena parte del mundo.
Hoy en día el número de vuelos aéreos a nivel mundial está aproximadamente un 30% por debajo de los niveles de febrero, mientras que en abril el porcentaje negativo alcanzó el 78%. Igualmente, el consumo real de combustible para aviones todavía está un 50% por debajo de los niveles de 2019, ya que los vuelos de larga distancia no se recuperaron al mismo nivel que los de cabotaje.
Vale alcarar que la esperada meseta de la demanda mundial de crudo no significa que se vuelva a los niveles récord de exceso de oferta que derrumbaron los precios del petróleo. Con la renovada moderación de los miembros de la OPEP y la menor producción de Estados Unidos, se espera cierto déficit para lo que resta de 2020.