Cuando el Mustang hizo su aparición a mediados de la década de los 60, fue un éxito comercial sin precedentes. Hoy es un símbolo del músculo estadounidense, aunque durante los primeros años de existencia llegó a ser considerado un auto delicado por su éxito entre las mujeres.
Para darle un status más deportivo, así que Ford se metió con el piloto tejano Carroll Shelby para crear una variante. Es así, que en 1965 nace el Shelby GT350 con un V8 de 4.7 L capaz de entregar 306 CV y 446 Nm de torque.
Pero Carroll quería más y se dio a la tarea de construir una versión, mucho más poderosa, que literalmente dejara a sus rivales mordiendo el polvo. En 1967 se presentó entonces el legendario Shelby GT500, que con un V8 de 7.0 L, 355 CV y 569 Nm, que ofrecía un performance de otro nivel. Así, con este auto se dio inicio a una saga, que, desde hace varias generaciones, le da vida a las versiones más poderosas del Mustang.
Carroll estaba obsesionado con el poder, por lo que no reculó en hacer versiones todavía más especiales como el GT500 KR que producía los mismos caballos pero con un torque de 597 Nm. Además, era más ligero, gracias a que muchos de sus componentes fueron construidos en fibra de vidrio. Completaba el ¼ de milla en 13,7s, 1,3s más rápido que un GT500 normal.
No obstante, la verdadera locura llegaría con el GT500 Super Snake, que literalmente, adoptaba el V8 de 7.0 L usado en el Ford GT40 de competición con 520 CV y 678 Nm torque. Este poder, en conjunto a una mejorada aerodinámica, le permitieron lograr una velocidad máxima de 273 km/h en el circuito de pruebas de Goodyear durante el rodaje de una publicidad. Solamente se produjeron 50 unidades y saldría de las líneas de producción en 1970.
En el siglo XXI, con una fuerte inspiración retro en el diseño y el manejo, se trajo de regreso a los míticos GT500, que, aunque creados por la división Special Vehicle Team (SVT), volvieron a contar con la participación del ya envejecido Carroll Shelby.
Lanzado en 2007, el GT500 mantenía su carácter gracias al uso de un motor V8 de 5.4 L, literalmente trasplantado del Ford GT. En este caso, igual, producía 500 CV y 651 Nm, que, al acoplarse a una caja manual de seis velocidades, le permitía acelerar de 0 a 100 km7h en 4.5 segundos y completar el ¼ de milla en 12.6 segundos. Cifras, que lo ponían en la órbita de los superdeportivos. Eso sí, al mantener el eje rígido trasero, era un auto difícil de domar en las curvas.
Pero, como hace 50 años atrás, el GT500 solo era el punto de partida para versiones con mayor performance, por lo que, al poco tiempo, se anuncia el arribo del GT500KR, cuya potencia fue elevada a los 540 caballos de fuerza. Además, presumía una aerodinámica mejorada y componentes fabricados en fibra de carbono.
Ya con el GT500 y GT500 KR, en escena, solo faltaba el regreso del Super Snake para tener la terna original de regreso. Afortunadamente, Ford no hizo caso omiso y también lo lanzaron. Aunque comparte la mayoría de elementos con sus contrapartes, su potencia se elevaba hasta los 600 CV y 800 Nm. Sólo necesitaba de 11,92s para lograr el ¼ de milla.
En 2010, el Mustang sería sometido a una actualización que también llegaría a los Shelby GT500. Así estrenaron nuevos elementos aerodinámicos, grupos ópticos, y, sobre todo, el V8 de 5.4 L incrementó la potencia hasta los 540 CV y 691 Nm.
Un año después, el ocho cilindros ganó una gran cantidad de piezas en aluminio, al mismo tiempo que tiene una ganancia de 10 CV. En 2011, también llega un nuevo Super Snake cuya carta de presentación son sus 660 CV y 1.017 Nm de torque que literalmente lo ponían en otra órbita. El siguiente paso del GT500 llegó en 2013, cuando llegó los 5.8 L y con eso, a los 662 CV y 855 Nm de torque.
Con esta potencia se ponía a la altura de vehículos de al menos el doble de precio. El 0 a 100 km/h lo lograba en 3,5s y paraba el cronómetro en el ¼ de milla en 11,3s. Con el paquete Super Snake, de manera opcional, el músculo podía estirarse hasta los 850 CV.
Tras una breve pausa, la tercera generación del GT500 hizo su debut internacional en el marco del Salón de Detroit. Contrario al pasado, no se trata de solo fuerza bruta, sino que es avanzado en el campo tecnológico, capaz de enfrentar a lo mejor de Europa y Japón.
Cuenta con un V8 de 5.2 L capaz de generar poco más de 700 CV, que por vez primera se acopla en exclusiva a una transmisión automática de doble embrague de séptima. Según Ford, solo necesita de 3,5s para alcanzar los 100 km/h. Los frenos son firmados por Brembo posee una suspensión adaptativa. Con todo ello, se presenta como una bestia de circuito, que, desde el cielo, llena de orgullo a Carroll Shelby...