Test drive

Ford Mustang ST 2012 a prueba

Manejamos la más reciente versión del ícono norteamericano <div> </div>

Ford Mustang ST 2012 a prueba

Antecedentes

El Ford Mustang es probablemente el ícono automotriz más grande de la historia de Estados Unidos. Generación tras generación ha trascendido de diferente manera y con esta última que debutó en 2005 y combina el estilo retro con uno más moderno y actual, es para muchos el Mustang más completo de la historia.

La gama actual del deportivo norteamericano por excelencia, incluye una versión V6 con transmisión automática en la parte más baja que además de ofrecer un mejor rendimiento de combustible, acerca el Musculo a un mercado más joven y de menor poder adquisitivo (aunque barato no es). Después encontramos el clásico Mustang, con motor V8 y la opción de transmisión automática o manual de seis cambios. Finalmente, en la parte más alta de la gama, está el Shelby GT 500 con el motor sobrecargado, transmisión manual de seis relaciones y un manejo mucho más agresivo y deportivo.

Con esta configuración, el cliente que quería un Mustang más deportivo que dedicado al confort, tenía que desembolsar una buena cantidad de dinero y adquirir el Shelby GT 500. He ahí donde entra esta nueva versión, denominada ST –como los productos deportivos del Fiesta y Focus. Éste promete un manejo mucho más deportivo a un costo significativamente menor.

La versión ST del Mustang no llegará al país, probablemente ninguna, pero siempre es bueno aprovechar la presencia internacional de Autocosmos.com para subirnos a uno y contarte como se comporta este clásico en versión moderna.

 

Características Técnicas y Mecánicas

Podríamos decir que el Mustang ST se ha beneficiado de lo mejor de cada versión considerando también un presupuesto económico, así que bajo el cofre encontramos el motor de la versión V6, un 3.7L de capacidad naturalmente aspirado con sistema de inyección directa que entrega los mismos 305 CV. La transmisión es únicamente de accionamiento manual y de seis velocidades, pero gracias a un diferencial más corto, la aceleración es 22% más rápida. En la suspensión encontramos componentes del Shelby GT500 para darle un manejo más deportivo y los frenos son los mismos que la versión V8, todo un popurrí de la gama actual del Mustang.

Exterior

Por fuera, el ST se distingue por su color rojo o negro, pero además encontramos una parrilla cromada con franjas horizontales, la falsa toma de aire en el capó, llantas de 19 pulgadas exclusivas para la versión, paragolpes trasero diferente y las franjas blancas a los lados con las siglas ST.

Interior

Aquí no encontramos gran diferencia, algo que sí nos hubiera gustado para esta versión, pues por dentro es completamente un Mustang V6 con una palanca de cambios y pedal de embrague. Esperábamos algún detalle como el pomo de la palanca del Shelby GT500 estilo retro o el sistema SYNC para conectar el iPod o el teléfono celular.

Los tapizados son de tela, algo que no nos desagradó pero que con el mismo patrón del V6, luce demasiado plano y monocromático.

Manejo

Al igual que en los tors Mustang de moderna generación, la posición de manejo es un poco rara, vas sentado bastante arriba y los pedales están más lejos de lo que podrías pensar, inclusive acercando el asiento. El toldo es muy bajo y la visibilidad definitivamente no es la mejor –algo que se acentúa en esta versión con la toma de aire en el capó, pero todo eso es parte de la experiencia de manejar un Mustang.

El motor V6 entrega la misma potencia que el V8 de la generación que se estrenó en 2005, así que se siente muy dinámico, pero gracias al paso corto del diferencial, la aceleración es mucho más abrupta y la respuesta del pedal derecho se siente más rápida.

El sistema de escape también recibió mejoras, así que aunque cuenta con el motor más pequeño, con cada pisada del acelerador, encontramos un agradable ronquido de auto deportivo, más agudo que el V8 y que podría provenir de un auto europeo. Esto se vuelve adictivo y aunque el motor es bastante eficiente al quemar el combustible, se traduce en idas más frecuentes a los surtidores.

El pedal del embrague es duro y la palanca cuenta con recorridos cortos y también requiere de buena fuerza para engranar correctamente los cambios, muy al estilo de los Mustang anteriores. Esto puede resultar cansador en un embotellamiento, pero tiene sus recompensas en una buena ruta.

El uso de componentes del Shelby GT500 en la suspensión ha hecho que sea más duro, pero también le han dado muy buen manejo. La dirección, por ejemplo, se siente mucho más precisa que antes y la parte trasera, a pesar de contar con un eje rígido, no se siente tan nerviosa al entrar a una curva.

Aún con el control de tracción desconectado, el Mustang ST es muy fácil de manejar y rápido. El balance de pesos se siente muy bien y aunque en algunas ocasiones sí se puede hacer deslizar la parte trasera, nunca se siente fuera de control o ansioso por terminar en un trompo. En verdad la puesta a punto de los distintos componentes ha sido muy buena, entregándonos el Mustang con manejo más deportivo hasta ahora. Sí, el GT 500 tiene más potencia, pero el ST tiene un mejor balance entre potencia y maniobrabilidad.

Conclusión

El nuevo Mustang ST cumple perfectamente en el término dinámico. Es rápido, produce un sonido muy agradable y se maneja como todo un auto deportivo de tracción trasera que bien podría provenir de Europa, pero en términos de equipamiento y “singularidad” sí nos hubiera gustado tener más cosas por el dinero. Extrañamos el sistema SYNC y también que el interior tuviera algo más que ofrecer a sus ocupantes y no que todo lo diferente estuviera por fuera.

Aun así el Mustang ST no nos decepcionó. No es el Mustang ideal para la ciudad, pero para los amantes de la velocidad y que ocasionalmente se encuentran dentro de una pista, sí será una muy atractiva opción.